Esta podría ser una continuación a mi anterior post sobre los XX Talleres de Improvisación de la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Gijón. 

Es muy grato ser invitado como profesor al curso al que tantas veces he asistido como alumno. Estos talleres ha supuesto un empujón muy importante para muchos de los que hoy nos dedicamos profesionalmente a la música de jazz en Asturias, ya que aquí coincidimos siendo muy jóvenes gente como César Latorre, Jacobo de Miguel, Javi Rubio, Horacio García, Carlos Pizarro, Mapi Quintana y otros muchos. La labor del Taller de Músicos de Gijón en este sentido ha sido formidable y queda patente en estos 20 años de trayectoria.

 

El caso es que en este último encuentro me propusieron dirigir al grupo junior, niños y niñas entre 10 y 16 años a los que iniciar en el jazz y la música improvisada. La cantante Mapi Quintana fue mi aliada, una garantía de éxito, así que me encomendé a ello ilusionado pero cargado de responsabilidad. Hacía tiempo que no trabajaba con un grupo de alumnos tan jóvenes, ya que la mayor parte de mis alumnos en la Escuela de Jazz y Música Moderna de Oviedo son adultos. La experiencia fue tan agotadora como confortable, y a medida que avanzaba la semana entendí este reto como un regalo.

 

Tuvimos la suerte de contar con varios saxofonístas, todos ellos alumnos de mi amigo Eladio Díaz en el Conservatorio Profesional de Música de Gijón, además de otros instrumentos de viento, piano, violín, contrabajo… Pero además teníamos a Celia, una simpática niña de 10 años que no conformándose con tocar el chelo quería ser la voz cantante de nuestra pequeña Big Band. Por momentos me hicieron sentir como Count Basie al frente de su orquesta.

Los niños absorben todo lo que se les cuenta de forma instantánea, y algo tan vital en la música como es el ritmo, de manera totalmente natural. El jazz es una música muy fácil para ellos, improvisar es jugar y a su vez se valora la individualidad dentro de un comportamiento democrático en el que cada uno debe respetar y a su vez pensar en el compañero. Wynton Marsalis dice que es más sencillo enseñar a los niños música a través del jazz que de la música clásica, imagino que esa libertad que define la improvisación es lo que marca la diferencia.

 

Desde hace años en el Seminario de Improvisación de Siero contamos con el Aula Infantil de Jazz. El interés es enorme y la evolución de estos niños y niñas es sobresaliente, seguramente porque ellos básicamente se dedican a jugar. Somos nosotros los profesores los que orientamos ese juego hacia la improvisación, la educación auditiva y las prácticas grupales. Quizá en algunos años salgan de aquí futuros profesionales, quién sabe, desde luego sería una satisfacción enorme.

 

Aquí un vídeo del concierto que los alumnos hicieron en el Centro de Cultura Antiguo Instituto. El jazz es algo mucho más cotidiano de lo que se cree y es una lástima que no llegue a todo el mundo, ellos se lo pierden.

Marco Martínez © 2016

 

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Marco Martínez

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2 Comments

  1. Arsenio
    3 marzo, 2016 at 14:25 — Responder

    Vas a acabar siendo el Joan Chamorro de Asturias.

    Enhorabuena.

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